ADIOS: DISCULPEN SI HE MOLESTADO.

Tras más de 15 años tengo que dar por terminada mi colaboración con La voz de Tajo. Es una decisión tan meditada  como difícil, pues en esta casa he tenido la oportunidad de expresarme, con mayor o menor acierto, siempre en absoluta libertad. Corren nuevos tiempos en nuestra ciudad y en nuestra región que han modificado sensiblemente la libertad de los medios de comunicación para hacer su trabajo y no hay más que ver las líneas editoriales de toda la prensa para darse cuenta de que sólo hay un pensamiento o al menos sólo uno puede manifestarse.
Dominar el grifo del dinero y decidir pagar o no pagar, es un arma  tan poderosa como  miserable, que algunos no están dudando en usar  a la hora de imponer sus criterios y extender el silencio allá donde el ruido les sea molesto.
Me voy sin que nadie me eche, pero con la convicción de que nunca seré excusa ni causa para perjudicar a la dirección de este periódico.
Pero antes de seguir, quiero mostrar  mi eterno agradecimiento y sincero afecto por quienes durante todos estos años han propiciado que tenga un lugar en el que manifestar mi opinión con absoluta libertad. Me refiero a Pepe y a Alberto Retana. Dos personas que siempre estarán en mi corazón de forma especial y que no habrá nada  nunca que me haga desistir de su amistad y del aprecio muto que nos tenemos.
Corren malos tiempos para estar callados, pero aceptamos sin más la mordaza que nos imponen; corren malos tiempos para estarse quietos, pero nos atan a la silla y no rechistamos; corren malos tiempos para no hacer nada, pero nos drogan con pastillas de resignación y acatamiento sin exhalar  un simple aliento de rechazo.
Cada vez que un periodista o un medio de comunicación se somete, acata la consigna, o mira para otro lado, está traicionando de forma irremisible a su profesión y a la libertad  de todos; cada vez que  uno de nosotros acepta la impostura como normal, los recortes en derechos y en libertades como inevitables y el chantaje económico o moral con resignación, estamos traicionando a todo aquello por lo que lucharon muchos antes que nosotros y que en gran parte nos ha sido regalado sin que nos hayamos percatado de su valor.
No voy a entrar a valorar a los que amordazan o chantajean o amenazan, esos son tan pobres y tan miserables que  jamás alcanzarán a entender el valor de las cosas. Su supuesto poder se basa en algo tan mezquino y tan rastrero como jugar con el pan de las familias o con el trabajo de gente honrada.  Son la basura más despreciable, pero es la basura que hemos elegido y la que se nos impone mientras no hacemos nada.
Estos son tiempos de exigencia, tiempos en los  que el valor, la dignidad y el honor han de estar por encima de cualquier otra premisa, y es precisamente el valor, la dignidad y el honor, lo que nos están robando y ante lo que no reaccionamos.
Seguiré dando guerra a través de mi blog ( http://puliendopiedras.blogspot.com/.) y aunque sólo me oigan las piedras, no dejaré de gritar muy alto lo que pienso, por equivocado que pueda estar.
Para terminar, y haciendo un último alarde de mi osadía y mi insensatez, quiero lanzar un reto a todos esos dirigentillos y minúsculos rascaculos que se esconden tras las siglas de los partidos, a esos gavioteros de nuevo cargo y también a nuestro alcalde, que recientemente hablaba de  difusión  del pensamiento único y de la  imposición de una  dictadura donde no se pueda protestar, aparte de otras lindezas semejantes, cuando se refería a la asignatura de Educación para la Ciudadanía: dónde quieran y cuándo quieran  hablamos cara a cara de pensamiento único, hablamos de compra de voluntades, hablamos de imposición de silencios, hablamos de chantajes y hablamos de amenazas. Cuando quieran y donde quieran. Si tienen algo más que verborrea hueca y facilona y algo de valor, que  créanme, me muero de ganas de ver si se atreven a mirarme a los ojos y hablarme de  pensamiento único y  de dictadura  sin  que se les caiga la cara de vergüenza.
Solo me resta agradecer a todos su paciencia durante estos años, incluso a los que me insultaron, me amenazaron o me condenaron. Si no hay lectores, de poco sirve escribir, pero  si no hay libertad, para nada sirven los lectores. Hasta siempre a todos.