martes, 21 de febrero de 2012

ENEMIGOS CON ACNÉ.

En la comunidad valenciana hay grandes patriotas como los Fabra, saga de poder donde las haya, los Camps, los Gürtell, los Zaplanas y demás fauna que han sabido llevar el nombre de Valencia con honra y honor, por tribunales, oficinas del chanchullo y la especulación. Estos son los valedores de Valencia, los egregios representantes de una comunidad de sol, luz y color.
Pero Valencia tiene enemigos, y poderosos. La amenaza que suponen unos cientos o miles de chavales, que en vez de estar en clase o buscando trabajo en alguna plantación de algodón, se dedican los muy  criminales a protestar porque les están robando el futuro, es una amenaza cierta y peligrosa. La contundencia que la policía ha manifestado en su rechazo a esta marabunta de delincuentes es proporcional a la amenaza que suponían un montón de niñatos envueltos en kefiyas, con mochilas llenas de peligrosísimos libros y con el arma contundente de sus voces  engalladas  de adolescentes mal criados. Si los estudiantes amenazan con sus libros y sus apuntes, la policía no tiene por menos que cargar con sus porras y sus humos lacrimógenos,  pues corre peligro su integridad física e intelectual.
Pero no nos equivoquemos, el verdadero valor no es de los agentes, que no dejan de ser trabajadores, hombres y mujeres al servicio de la sociedad y bajo  las órdenes de sus superiores. Si la policía arremete contra los peligrosos enemigos, es porque algún valeroso jefe, inspirado por alguna valiente delegada del gobierno, aupada en la baba debida al ministro de turno, les ha ordenado que lo hagan: leña al estudiante que es rojo y enemigo peligroso. Cualquiera que se atreva a pensar, que se atreva a decir que no, que se atreva a oponerse al bienhechor gobierno de la  gaviota, será reprimido contundentemente. Después de todo, como diría la inefable  señora de teja y mantilla, la tal de Cospedal,  el PP ha ganado con poderío las últimas elecciones y por lo tanto ellos son los verdaderos representantes de los ciudadanos, de los trabajadores, del Estado y de la democracia y recibir lecciones de estos porreros de pantalones caídos ni en sueños, hasta ahí podíamos llegar.
Y que no se queje esta panda de mangantes, que lo próximo será enviarles a Laponia a que sepan lo que es duro. Es increíble que mientras el gobierno se desvive por cumplir con su deber y por hacer de España un país próspero y atractivo para bancos y especuladores, estos infantes llenos de granos se dediquen a joder la fiesta. Menos mal que ahora tienen en sus manos el monopolio legítimo de la violencia.

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